Que la tinta que deslizo en forma de escritura sea una bala en la sien del necio, un cañonazo en la conciencia trémula del cobarde.

martes, mayo 08, 2007

CON HERÓDOTO A LA GUERRA


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El juego de Ángela.
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Instrucciones:
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Uno: Tomar el libro más cercano.
Dos: Abrirlo en la página 123.
Tres: Buscar la quinta oración.
Cuatro: Postear las siguientes tres oraciones junto a las instrucciones.
Cinco: Enganchar a 5 personas más.
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"CON HERÓDOTO A LA GUERRA"
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—Hay que tener presente que en mí han convivido dos oficios: El periodista de agencia de prensa (la oficina polaca PAP) y el historiador—escritor. Ser corresponsal, un trabajo agotador, era mi única forma de tener dinero para viajar. Ahora bien, como periodista tenía que estar sujeto a los criterios de brevedad y ahorro. No podía ofrecer un cuadro completo de la situación, en mis artículos no había sitio para las sensaciones, el trasfondo de las cosas, las reflexiones, los paralelismos históricos. Trabajaba en los países del llamado Tercer Mundo y redactaba informaciones muy "pobres". Reducía todo a los hechos desnudos. Pero así impedía que mis lectores obtuvieran un sentido de las proporciones. Fuera de su alcance quedaba un mundo inmenso. Por eso empecé a escribir libros. Volvía de los viajes con un material riquísimo que me permitía en mi casa de Varsovia, explicar con calma el mundo de aquellos hechos que antes sólo había contado telegráficamente.
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—Nunca he escrito mis libros sobre el terreno ni al instante; algunos, muchos años después. Sólo así podía entrar, como Heródoto, hasta el fondo de las cosas. Lograba superar el carácter telegráfico de los despachos de agencia empleando un lenguaje distinto. Mis viajes de trabajo se convirtieron en la forma de recargar las baterías del historiador—escritor. Cuando tenía un día libre, tomaba apuntes o cogía la cámara de fotos para fijar (como se ve en mi álbum Desde África) rostros, colores y todas las cosas que, por desgracia, no es posible describir con números y datos. Siempre he intentado unir el lenguaje rápido de la información con la lengua reflexiva del cronista medieval. Mis libros y mis fotos tienen sabor de autenticidad porque estuve verdaderamente en esos lugares, viví esas situaciones, a veces incluso con riesgo para mi vida.
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RYSZARD KAPUSCINSKI
PERIÓDICO EL PAÍS (ESPAÑA), MAYO DE 2003
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Al maestro Kapuscinski, la muerte lo encontró en su Polonia natal, la tarde del 23 de enero último. La misma que tantas veces quiso seducirlo mientras reporteaba golpes de estado y revoluciones en el Tercer Mundo. A los 74 años, dejó de existir Kapu, un clásico del periodismo.
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Estas líneas comenzaron como un antídoto a la maldición que el juego de una amiga periodista, Ángela, podía dejar caer sobre mí. Un intento para no morir atropellado en la esquina de mi casa. Pese a eso, los renglones acabaron en algo medianamente distinto: un homenaje póstumo al maestro Ryszard Kapuscinski, a quien los amigos le nombramos Kapu.
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Pedrito Pé, Martinilla, Cisco, Syl y David quedan ligados a la eventual condena. !Cuidado!. Hecho esto, quizás he librado de un trágico fin.