MODELO.- La maniquí chilena Carla Ochoa, ícono de las rubias arribistas.
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De pelos teñidos y bien maquillada: Cabellos rubios ceniza, pómulos en tonos plata y labios tenuemente lilas. No era distinta a otras jóvenes de población, pero ella sentía que era una diosa.
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Era común, muy corriente, con un buen cuerpo. Su rostro era tosco y su dentadura imperfecta. Un retrato típico de la chiquillada de la periferia de Santiago.
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Aunque con esmero lograba sobresalir: Más de alguno recuerda "su arribismo utópico", "sus grandilocuentes discursos sin contenidos" y "sus groseras interrupciones". Quizás, de la peor manera, conseguía su objetivo: Ser una más, pertenecer a un grupo que no era propio.
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Fue un estímulo al afán. Nótese que era una copia económica de todas aquellas mujeres a las que reiteradamente nombraba por "ser agudas" y "lúcidas". "Constanza Santa María es… Macarena Pizarro hizo… Consuelo Saavedra se viste con…", hablaba siempre insistente. Si incluso citaba a reputadas periodistas extranjeras como "(Oriana) Fallaci" y "(María Victoria) Llamas". No obstante, aludía a ellas en conversaciones sobre robos a tiendas en Vitacura, restoranes de pastas italianas y quitadas de drogas, también conocidas como "mexicanas". Esa debió ser la relación entre los narcotraficantes de La Legua y la periodista azteca. ¡Estúpida!.
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A su favor, simpáticas también resultaron ser algunas de aquellas desmesuradas aspiraciones. Notables eran las prédicas en dos idiomas distintos, en forma simultánea. Ni el fingido y rebuscado discurso de Michelle Bachelet en cinco lenguas podría superarlo. Se ha de convocar a lingüistas y científicos bilingües para dar solución a expresiones como "In love", "Be nice to me", "Kisses".
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Otra anécdota extraordinaria. Esa historia sobre los "winners and losers", "los jerseys colegiales" y "la inolvidable generación del 2001". Un relato vanidoso y ficticio sobre un colegio con nombre de mártir católico, identificado con letras y números. Cada capítulo insinuaba títulos de películas clásicas de los años noventa. Increíblemente el cuento hilaba los guiones de "Big top Pee-wee Herman", "Revenge of the Nerds" y "Teen wolf".
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Tonterías que no terminaron rápido. Después, hubo que escuchar interminables referencias a mil y un temas. ¡Poco sabía, pero mucho decía!. El surfista Kelly Slater nada tiene que ver con Zack Morris y "Saved by the bell". ¿Una más de deporte?. El "haka" de los "All Blacks" es muy distinto a los bailes de Hotúiti, el modelo pascuense. Y otra al azar. Luc Besson es un cineasta francés y no un besador compulsivo.
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¿Aún pintará de dorado la cuna del persa Bío bío en la que se crió?. ¡Desvelos infecundos!. ¡Algo que es, no puede ser otra cosa!. De nada sirve recurrir a los fruncidos anglicismos y a los inútiles datos de las revistas de papel "couché". Siempre serás igual, aunque parezcas distinta.