Que la tinta que deslizo en forma de escritura sea una bala en la sien del necio, un cañonazo en la conciencia trémula del cobarde.

lunes, julio 16, 2007

LA CÉLEBRE SURIPANTA

"Mujer de embriagante talle,

escasa en mente por detalle,

profunda en gusto que da susto,

artista en el arte de los gustos".

Noche de Suripantas

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"¿Éste es el famoso 'negro'?" fueron las palabras que ella escogió para comenzar. Altiva se acercó, lo miró de arriba a abajo y no vió nada especial en él. No habló más y se largó. "¿Quién cresta es ella?", preguntó el recién examinado. Nunca antes alguna persona lo había tratado así.

Con la poca dignidad que le quedaba en los bolsillos, la encaró y le preguntó lo que nadie contestó. "Bueno, ¿Y quién mierda eres tú?", balbuceó atolondrado. Escasas eran las palabras y casi nulos los reflejos. Él estaba entregado a la suerte. Ella de a poco repujaba su ruina, por ahora, le prolongaba la agonía.

"Me dicen 'Feña'" respondió. Más no le dijo. Ligera temblaba frente al cuerpo inmóvil del sujeto. La mujer triscaba cada golpe de un tamboril que lejos repicaba. "Parado ahí, molestas un poco... ¿Bailas o te vas?", le retó traviesa. Era insolente, casi desvergonzada. Pero no menos alucinante.

Una mueca con aires de sonrisa quebró la inercia de aquel hombre. ¿Tanta era la fascinación que sin más olvidaría la ofensa?. Esa y otras noventa y nueve preguntas le golpearon en un segundo. No encontró otra respuesta que deslizar sus manos hacia ella y buscar alguna certeza en los pliegues de su talle. Las yemas de los dedos le ardían.

Era un suicida en busca de un trágico final.